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Daniel Panero
Jueves, 15 de mayo 2025, 23:28
El Barça es campeón de Liga por muchos motivos. El conjunto que dirige Hansi Flick ha sido el mejor durante las 36 jornadas que ya ... se han disputado y ha levantado un título que tiene muchos nombres propios. Quizá el de Hansi Flick sea el más evidente, pero detrás de él aparecen Lamine Yamal, Raphinha, Pedri, Lewandowski o Cubarsí, jugadores que ejemplifican las vitudes de un grupo de futbolistas que ha mutado en apenas nueve meses. Estas son las seis claves de la revolución tranquila del técnico alemán que ha hecho olvidar a los culés el sufrimiento de los últimos tiempos con Xavi Hernández en el banquillo azulgrana:
Apenas habían pasado unos minutos desde que Hansi Flick fuera presentado como técnico del Barça y el ambiente ya era otro. Del equipo «en construcción» que tantas veces había reiterado Xavi se pasó al «he venido a ganar». Ese mensaje ganador, sin ambages y pragmático, caló hondo en un vestuario que sintió desde el primer momento que se habían acabado las excusas y que ya solo contaba el escudo en el pecho, ese que está inscrito en infinidad de trofeos y que invita a creer en que todo es posible.
El Barça cambió de mentalidad tan pronto como alguien recordó a los jugadores el motivo por el que son futbolistas del equipo culé: ganar. No hay más. Nada de excusas, ni de inexperiencia, ni de falta de fichajes de relumbrón, más allá de la gran incorporación de Dani Olmo. De principio a fin, salvo ese bajón de un mes que permitió incluso al Atlético ser campeón de invierno, el Barça ha gobernado la competición con mano de hierro y ha impuesto su estilo, sin jugar jamás en función del rival de turno.
Flick aterrizó en el Barça y trajo consigo un manual de instrucciones que al principio parecía suicida, pero que muy pronto comenzó a dar resultados. El sistema estuvo desde el primer día al servicio del talento inagotable de futbolistas como Pedri, De Jong, Raphinha o Lamine Yamal, quienes podían exprimir todas sus cualidades si hacían caso al osado libreto del nuevo entrenador.
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Los futbolistas captaron pronto esa idea y la han llevado a cabo sin condiciones. Solo así puede fructificar la presión tras pérdida, la circulación rápida de la pelota, la defensa adelantada y el ir siempre a por más goles, independientemente del marcador. El Barça es un equipo de autor y también de obedientes soldados que creen en el mando aunque comiencen perdiendo la batalla y parezcan demasiado vulnerables por lanzarse al ataque sin guardar bien las espaldas.
Para llevar a cabo esa idea de juego, hacía falta que el Barça elevara el listón físico. Fue una de las primeras tareas de Flick y, visto lo visto, el resultado ha sido inmejorable. Los culés no solo son capaces de asfixiar al rival en campo contrario y de ser veloces en el repliegue, sino que también logran sostener ese ritmo durante los noventa minutos.
La prueba es que el equipo ha sabido ir de menos a más en los partidos y lograr hasta nueve remontadas a lo largo del curso, seis de ellas en el torneo de la regularidad. Algunas han sido tan meritorias como las tres ante el Madrid, el 4-5 de Da Luz o el 2-4 ante el Atlético en el Metropolitano.
Parece que ha pasado un lustro desde que Xavi dijera aquello de que «falta efectividad». Pero fue hace apenas un año y en aquel equipo ya estaban los mismos delanteros que en el Barça actual. Pegada había y los números así lo demuestran. El Barça suma la friolera de 97 goles a favor en Liga, un arsenal que ha permitido opacar algún que otro despiste defensivo y lograr triunfos en partidos que hasta hace poco se iban por el desagüe.
Robert Lewandowski, en su segunda juventud pese a la lesión que le ha lastrado en el tramo final, suma 25 goles y batalla aún con Kylian Mbappé por el Pichichi. Raphinha, que como el ariete de Varsovia se hubiese tenido que marchar de seguir Xavi y ahora suena para Balón de Oro, lleva 18 dianas. Gran aportación realizadora también de Ferran Torres (10), Dani Olmo (9) y Lamine Yamal (8). El campeón tiene mucho gol.
Flick ha logrado también que sus mejores hombres sean determinantes, algo que el Barça había perdido el último año. Iñigo Martínez se ha convertido en un central indiscutible en la zaga, Pedri ha recuperado la frescura perdida tras su irrupción, Frenkie de Jong ha sido ese futbolista que se esperaba de él cuando llegó a la Ciudad Condal y ha reciclado a un Raphinha que tenía un pie dentro y otro fuera. Todos han sido mejores esta temporada que la anterior, con un crecimiento exponencial que celebra la afición y la maltrecha economía del club que preside Joan Laporta.
El Barça ha tenido un once muy reconocible, pero Flick ha podido incluir matices para aliviar la carga de partidos y que el equipo pudiera llegar con piernas a la recta final. El técnico alemán ha tenido a todos enchufados, salvo a los lesionados de larga duración y a Ansu Fati, que ha perdido su último tren como azulgrana.
El resto ha aceptado su rol sin rechistar y sumando. Eric García ha sido el comodín perfecto, Gerard Martín ha cumplido en el lateral si no estaba Balde, Fermín y Gavi han demostrado mucha proyección y Ferran Torres ha recuperado ese olfato que ya había enseñado en Mánchester.
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