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Malagueña de la Trinidad, bailaora de raza y, ante todo, maestra de maestros que hoy la lloran. El flamenco despide a Luci Montes, una bailaora de las de antes que se forjó en los tablaos para después transmitir todo lo aprendido con su escuela. La artista falleció ayer a los 73 años a consecuencia de un cáncer.
Durante las últimas tres décadas, se volcó en su academia, que pasó por diferentes sedes, formando a varias generaciones de artistas flamencos. Pero antes de eso, Luci Montes se recorrió medio mundo con su baile, enraizado en la escuela malagueña que aprendió desde muy niña.
Como se recoge en el libro de Gonzalo Rojo, 'Mujeres malagueñas en el flamenco', Lucía Montes Silva se formó en las academias de los maestros Rosén y Galiani y en la de Angelita Didier, donde aprende bailes flamencos y de la escuela bolera. Fue de las pocas que en los últimos años mantenía los matices de la escuela malagueña, y conservaba las vueltas de quiebro que le enseñó Angelita Didier.
Siendo aún niña, con nueve años, Luci Montes se marcha de gira artística por España en la compañía de La Niña de la Puebla y Luquitas de Marchena, consiguiendo entonces sus primeros éxitos. Pronto empezó a trabajar en los tablaos de la Costa del Sol, como el Tabarín Club y la sala de Fiestas El Mañana, del Torremolinos de los años 60. Más tarde lo hará en La Pagoda Gitana y el Tablao Fiestas de Marbella, pasando poco después al de Ana María; y en el Pimpi y La Gran Taberna Gitana de Málaga.
En 1969 recorre Europa en una gira promocional de la Costa del Sol y participó en la Feria Internacional de Dinamarca. Con 23 años contrae matrimonio con el bailaor Mariano, y juntos forman el grupo Raza Show en el que incorporan a Juan Nieto, Totana, Cándido de Málaga, Andrés el Paquiro y a Tomatito, que por entonces trabajaba en la Gran Taberna Gitana. Más tarde crea el grupo Los Zorongos y posteriormente el ballet Jara.
Como la mayoría de los flamencos de su generación, Luci Montes llevó su arte por el mundo. Según recoge Gonzalo Rojo, trabajó por todo Canadá y Estados Unidos, recorrió Europa en varias ocasiones y bailó también en Costa de Marfil, Mozambique, Marruecos y otros países africanos. Con 16 años, incluso, ya pisó las tablas del Teatro Scala de Milán o el Teatro de la Ópera de Frankfurt.
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