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Juan Francisco Leiva lleva ya casi 20 años siendo el vestidor de la Virgen de la Esperanza, una labor que realiza de forma magistral, pero siempre guiado por la profunda devoción que le profesa. Estos días vive en Roma una experiencia que jamás habría imaginado, vestirla bajo las bóvedas de la basílica de San Pedro del Vaticano. Armado de templanza y destreza, Juan ya ha superado el momento de exponer a la Dolorosa en el primer templo de la cristiandad, y ahora se prepara para colocarla el próximo viernes por la noche en el trono sobre el que saldrá por las calles de Roma el próximo sábado.
- ¿Podría decirse que este es el momento más emocionante que va a vivir junto a la Virgen?
- Si le soy sincero, no. No quiero que suene mal, pero para mí lo más emocionante es cuando visto a la Virgen para su besamanos de cada 18 de diciembre. Es el momento del encuentro de Ella con sus devotos, el día más grande de los esperancistas. El Jueves Santo entregamos la Virgen a la ciudad, pero nuestro día es el 18 de diciembre. La emoción que vivo en ese momento no la he experimentado aquí. Soy consciente de la singularidad del momento, de que es algo único, pero a nivel personal no ha sido de especial emoción. Por las condiciones a las que hemos estado sujetos, la verdad es que no ha sido un momento de disfrute. Han sido muchas las dificultades para poner a la Virgen como está y donde está. Aquí el servicio de seguridad es muy celoso con el control de la basílica y los horarios, y en su cabeza no entra que una imagen que es de vestir necesita un tiempo para que esté terminada. Hemos tenido dificultades importantes para poder dejarla como está.
- Este cambio tan especial empezó en Málaga.
- Sí, ya nos advirtieron de que, cuando llegáramos, íbamos a tener una hora y pico para vestir a la Virgen, lo que me parecía increíble. Previendo el problema, la Virgen venía a medio vestir, con el pecho de encaje hecho, y el rostrillo que enmarca la cara a medio hacer. Menos mal, porque la hora se convirtió en media hora. En treinta minutos tuvimos que poner la saya, el fajín del Rey, el manto, la toca y la corona. Afortunadamente, a primera hora de la mañana del miércoles, pudimos tener acceso a la Virgen una hora más y eso permitió poder terminarla con una mínima dignidad.
- ¿Está estrenando algo especial?
- El tocado de encaje de punto a la aguja, una pieza antigua de muchísima calidad. Además, hemos procurado que lleve puesta la medalla del Papa San Juan Pablo II. Representa mucho para nosotros. Nos la regaló su secretario, y luego se montó en un broche que bendijo el cardenal Amigo Vallejo. Aunque no sea un estreno, para nosotros es una pieza importante. No sabíamos si la Virgen iba a poder tener romero natural a sus pies, así que por si acaso le colocamos el broche que representa una rama de romero.
- ¿Lleva puestos en la parte posterior de su saya los pañuelos que se entregan a los enfermos?
- Sí, como siempre. Además, queríamos que a Roma viniera con muchos más pañuelos prendidos respecto a lo habitual porque entendemos que podrían surgir más momentos de necesidad.
- Le queda la tarea de llevarla al trono y colocarla sobre la peana. ¿Cómo tenéis establecido ese proceso?
- Tendremos que empezar a desvestirla antes de que cierre la basílica. Creo que se pondrá un biombo y allí nos pondremos a prepararla. Irá en el mismo cajón en el que ha venido de Málaga.
- ¿Ese cajón venía con algo más?
- Pues sí, en el último momento, el primer teniente hermano mayor, Carlos Ismael Álvarez Cazenave, le metió una estampa del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso. La Virgen se ha transportado de pie, en vertical, y la tapadera del cajón ha sido decorada por el pintor José Carlos Torres con ramas de romero florecido, en tonos verdes y morados. Desde fuera parecía un cajón normal, pero por dentro tenía esa decoración.
- ¿Cómo va a ir vestida para la procesión?
- Llevará la saya y la toca de la bordadora Esperanza Elena Caro. No sé si el rostrillo será el mismo, o nos dará tiempo a hacerlo nuevo. Y llevará todas sus joyas. Quiero aclarar que si no se le han puesto más joyas en San Pedro es porque el servicio de seguridad del Vaticano nos ha limitado al máximo la cantidad de joyas que podía llevar. Le hemos puesto lo imprescindible. Para el trono lo llevará todo: sus lazos de esmeraldas, el rosario que se le regaló para el 25º aniversario de la coronación…
- ¿Qué se lleva de esta experiencia?
- Lo más emocionante, lo que no se me va a olvidar nunca, son los momentos que hemos vivido la albacería y los voluntarios en la preparación del trono. Han sido días muy especiales de unión. Nos conocemos de hace muchos años, pero ha hecho falta este momento para compartir con más intensidad el sentimiento de hermandad. Se han fortalecido los lazos de este grupo humano.
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