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Nunca el calificativo de histórico tuvo tanto valor y sentido como en este sábado 17 de mayo para definir el acontecimiento vivido en Roma. Histórica fue la emocionante, brillante, multitudinaria, espectacular y jubilosa salida de la Virgen de la Esperanza por las calles de la capital italiana en la Gran Procesión celebrada con motivo del Jubileo de las Cofradías, junto a la sevillana imagen del Cristo de la Expiración, conocido popularmente como El Cachorro. Un hito para la Dolorosa perchelera, pero fundamentalmente para la Semana Santa de Málaga y Andalucía, y para la hermandades, por el reconocimiento que el Vaticano ha hecho a la religiosidad popular.
'Veni, vidi, vici' es el lema con el que se conoce al victorioso militar romano Julio César. Haciendo una extrapolación del significado de este frase, la Virgen de la Esperanza llegó, desfiló y conquistó a Roma y a las decenas de miles de personas provenientes de diferentes lugares del mundo en el día en que, en la ciudad de los emperadores, se coronó como emperatriz de la cristiandad, jubilosa esperanza del mundo y escribió una nueva página de oro en la más que cuatro veces centenaria historia de la Archicofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno del Paso y la Virgen de la Esperanza.
La salida de la Dolorosa por las calles de Roma estuvo marcada por una intensa emoción tanto por parte de los participantes en su cortejo como por el numeroso público presente. Las gargantas se desgañitaron en piropos y vivas a la Virgen de la Esperanza y a Málaga; las lágrimas surcaron las mejillas de quienes presenciaban el cortejo a ambos lados de la calzada; se escuchó más de un '¡mamma mía!' y 'santa madonna' al paso de su trono, que trajo al corazón de Roma un trozo del Perchel y del sentir cofrade malagueño; y los vellos de la piel se erizaron entre quienes presenciaron tan magno acontecimiento.
Tras unas jornadas de intensos preparativos y de momentos para la posteridad, como la exposición al culto durante tres días en la basílica de San Pedro del Vaticano, que en el último mes ha asistido al funeral del Papa Francisco, la proclamación de León XIV y la veneración de la Virgen de la Esperanza, llegó el día más deseado desde que en abril del pasado año se oficializó la presencia de la Dolorosa en una procesión hasta ahora nunca vista en Roma, y que ha contado con el patrocinio de la Junta de Andalucía, los ayuntamientos de Málaga y Sevilla, la Diputación Provincial, Fundación Unicaja y Cajasol, bajo la batuta de la cofrade malagueña Paloma Saborido.
La Virgen amaneció espléndida para la ocasión, ataviada por su vestidor Juan Francisco Leiva, y el equipo de camareras, que tuvieron más margen de tiempo para llevar a cabo su labor, limitada en San Pedro del Vaticano por las condiciones de horarios y seguridad de la basílica. La Dolorosa se ha presentado con la saya bordada por el taller de Esperanza Elena Caro en 1969, así como la toca que realizó esta misma artista sevillana, en la que he llevado la Medalla de la Ciudad de Málaga y el broche obsequiado por la Agrupación de Cofradías de la Semana Santa con motivo de este acontecimiento. También lució el broche regalado por la Archicofradía del Cachorro por la Gran Procesión.
A diferencia del exorno que lució durante los tres días veneración en la capilla de la Presentación de San Pedro del Vaticano, en los que se limitó el número de joyas que podía tener debido a las condiciones impuestas por el equipo de seguridad de la basílica, en su trono procesional ha llevado prendidas sus principales alhajas, como los antiguos lazos de oro y esmeraldas, y el valioso rosario que le regalaron sus devotos con motivo del 25º aniversario de su coronación canónica. Además, al ser retirada con más margen de tiempo de San Pedro en la tarde del viernes, también se le pudo cambiar el rostrillo, elaborado con el encaje de punto de aguja que suele lucir en algunos de sus cultos principales y en la salida procesional del Jueves Santo.
El exorno floral del trono, en el que predominaron las azucenas blancas, que son características de la decoración que presenta cada Jueves Santo, combinadas con algunas flores en tonos amarillos, en alusión a la combinación de tonos del Vaticano, fue realizado por la empresa cordobesa Pinsapo, que desplazó hasta Roma el material necesario para su confección. A los pies de la Virgen, sobre su peana, se dispuso romero, planta aromática que finalmente no se vio esparcida por las calles del recorrido, como era el deseo inicial de los archicofrades.
El reloj marcaba las 15.08 horas de la tarde cuando en el monumental 'tinglao' montado en la plaza Celimontana de la capital italiana sonó por primera vez el característico y particular sonido de la campana del trono de la Virgen de la Esperanza. Un momento de gran simbolismo y cargado de profunda emoción por parte de los archicofrades presentes en la estructura pero también de todos aquellos hermanos, cofrades y malagueños que, a más de 2.500 kilómetros de distancia, seguían desde Málaga la salida procesional del colosal galeón de oro de la Divina Prisionera del Romero.
Los acordes del 'Himno de Coronación', interpretados por los 110 componentes de la banda de música de la archicofradía, pusieron la banda sonora a ese mágico momento, en el que los sentimientos a flor de piel compartieron protagonismo con los recuerdos. Porque en ese trozo de la Ciudad Eterna también estaba presente la memoria de generaciones de archicofrades que a lo largo de los siglos mantuvieron viva la llama de la fe, y legaron la devoción a la Virgen de la Esperanza y al Dulce Nombre, pero no pudieron vivir este histórico momento. Desde Lorenzo de Zafra (nombre del primer archicofrade conocido) hasta Antonio Garrido Moraga, pasando por Manuel Cárcer, Pedro Rico Camacho, Francisco Segarra (el joven que salvó a la imagen en los años treinta), Carlos Gómez Raggio, Lola Carrera, Juan Antonio Bujalance, Vicente Caffarena, el doctor Luis Méndez o Fali Segovia, entre otros muchos.
Con calor comenzó una procesión que dejó estampas que ya forman parte de la historia cofrade malagueña como el discurrir del trono de la Virgen, tanto en el recorrido de ida como en el de vuelta, junto al Coliseo, icono de Roma, o su paso junto a los restos de parte de la milenaria historia de la capital italiana como el Arco de Constantino, la Colina del Palatino (donde la tradición marca que Rómulo y Remo fundaron la ciudad), el acueducto Acqua Claudia, el Septizodio o el Circo Máximo, el más grande de Roma.
El cortejo de la Gran Procesión fue abierto por la cruz guía y la sección del Cristo de la Expiración (El Cachorro), cuyo paso estuvo acompañado por una unión de las bandas de música de La Puebla del Río y la de Oliva de Salteras. La primera 'levantá' al paso del Crucificado la hizo el mayordomo titular del trono de la Virgen de la Esperanza, Alfredo Robles Temboury, quien dedicó unas palabras a los costaleros: «Es para nosotros un honor compartir esta histórica procesión con vuestro portentoso Cristo y su portentosa cuadrilla. Que el Cristo de la Expiración y la Virgen de la Esperanza nos bendigan a todos».
En la sección de la Dolorosa fueron 300 hermanos con velas y como insignias figuraron el estandarte pontificio, la bandera pontificia (estrenada en Roma y bordada por Salvador Oliver) acompañada de bastones pontificios, el estandarte de la Virgen y el guión. Junto a ellos, la sección basilical, las dalmáticas con ciriales y monaguillos.
El trono, en cuya salida dio los toques de campana el alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, fue portado por 262 hombres en cada uno de los dos turnos establecidos para llevarla durante la procesión. Para la ocasión, han estrenado una túnica blanca, con faraona verde y el escudo diseñado por la archicofradía para el Jubileo bordado en el pecho. Junto a Alfredo Robles fueron como mayordomos adjuntos Carlos Javier López Armada y Andrés Mira Cremades, como adjuntos; mientras que en la presidencia, junto al hermano mayor de la Archicofradía, Sergio Morales, y miembros de su permanente, fueron el presidente de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, José Carlos Garín; el director de Asuntos Económicos del Ejército de Tierra, general de División Justino Tamargo, ya que el Cuerpo de Intendencia es hermano mayor honorario de la cofradía; el delegado diocesano de Hermandades y Cofradías, Salvador Guerrero; y el párroco de Santo Domingo, Antonio Collado.
Sobre las ocho de la tarde y poco después de que se hiciera el relevo de hombres de trono, la lluvia hizo su aparición, lo que hizo que se descompusiera algo el cortejo, principalmente en la sección del Cristo del Cachorro que aceleró su paso para encerrarse. En el caso de la Virgen de la Esperanza se mantuvo su ritmo de procesión y el orden de su cortejo, del que se retiraron algunas insignias, aunque se enfrió algo el ambiente. Sobre el manto se dispuso una lona para protegerlo del chubasco, que duró un cuarto de hora aproximadamente. Finalmente, el encierro se produjo pasadas las once de la noche, entre numeroso público que no quiso perderse ni un solo de los metros de la procesión de la Esperanza malagueña por Roma.
A lo largo del recorrido, la banda de música de la archicofradía interpretó las principales marchas dedicadas a la Virgen de la Esperanza, más de quince, así como algunas de las más representativas de la Semana Santa de Málaga como 'Alma de la Trinidad', 'Virgen de Gracia' o 'Coronación de la Virgen de los Dolores' de la Expiración, entre otras.
El desfile de la dos imágenes andaluzas fue precedido de la denominada 'Preprocesión' con la presencia de iconos devocionales de diferentes puntos de Europa: la cruz patriarcal de la Hermandad del Santísimo Sacramento de Mafra (Portugal); el cuadro de Santa Ana con la Virgen de la Archicofradía de Santa Ana de los Palafreneros de Ciudad del Vaticano; Jesús Nazareno de León (España); los Crucifijos de la Casacce de Génova (Italia); el Crucifijo de 'Le Devont Chist' de Perpignan (Francia) y la Virgen de los Dolores de la Cofradía de María Addolorata de Enna (Italia).
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