Irán amenaza con cerrar el estrecho de Ormuz y provocar el caos en el comercio mundial
El Parlamento iraní vota a favor de clausurar este punto estratégico por donde pasa cerca del 20% del petróleo y del gas natural
El sorpresivo bombardeo de Estados Unidos sobre las tres principales instalaciones del programa nuclear iraní ha alimentado la posibilidad de una guerra total en Oriente ... Medio y con ello, ha puesto en jaque a los mercados mundiales. Desde el inicio de las hostilidades entre Irán e Israel el pasado 13 de junio, los expertos venían advirtiendo de que un conflicto de tal magnitud, y más con la participación estadounidense de por medio, podría desestabilizar la economía mundial e impactar de manera directa en nuestros bolsillos.
La amenaza es ahora más real que nunca. El Parlamento de Irán ha votado este domingo a favor del cierre del estrecho de Ormuz, aunque la última decisión recaerá sobre el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, o lo que es lo mismo, sobre el líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei. Para entender la importancia de este punto estratégico en el conflicto solo hace falta saber que, por sus 252 kilómetros de largo y 33 kilómetros de ancho en su punto más angosto, circula una quinta parte del comercio global de petróleo –unos 20 millones de barriles al día–. Ubicado al sur de Irán, por sus aguas también navega una quinta parte del gas natural que se comercia mundialmente y su importancia radica en que es la única vía marítima desde el Golfo Pérsico para llegar a los océanos del mundo.

El potencial cierre de este paso marítimo acarrearía consecuencias directas a escala global. Una de las grandes perjudicadas sería la región asiática y, más concretamente, China. Cerca de la mitad del petróleo que importa el gigante asiático proviene directamente de la república islámica. Paradójicamente, si se produce el cierre, Irán sería otra de las grandes perjudicadas, ya que exporta el 90% de su producción (3,2 millones de barriles al día) a China. En este sentido, el secretario de Estado norteamericano, Marco Rubio, ha instado este domingo a Pekín a hablar con Irán para impedir el cierre, «ya que dependen en gran medida del estrecho para abastecerse».
Para poder llevar a cabo el sellado del paso, explica Adel Bakawan, investigador asociado al Instituto Francés de Relaciones Internacionales, Irán cuenta con numerosas bazas como, por ejemplo, el ataque directo a buques o la colocación de minas navales en las rutas de navegación.

Con todo, no sería la primera vez en la que se interrumpe el tráfico marítimo en el estrecho. Una situación similar se produjo durante el conflicto entre Irán e Irak –entre 1980 y 1988–. Entonces, los buques petroleros de ambos países empezaron a ser atacados por las fuerzas militares contrarias en lo que se bautizó como 'La Guerra de los Petroleros' y la principal consecuencia fue un notable encarecimiento del crudo a escala global, algo que podría repetirse en estos momentos.
Efecto en cadena
Los mercados mundiales contienen la respiración ante esta coyuntura. Si el petróleo ya llevaba varios días consecutivos subiendo por las tensiones en la región –se ha encarecido más de un 18% desde el 10 de junio–, el consenso de los analistas es unánime: el 'oro negro' podría escalar hasta llegar a cotas cercanas a los 100 dólares el barril. Aún es pronto para saberlo, pero todo apunta a que los 77 dólares a los que cotiza actualmente podrían quedarse muy por debajo de lo que estimen hoy los operadores cuando abran las principales bolsas en Wall Street o Europa.
Los analistas de Citi sostienen que el petróleo podría encarecerse «entre un 15% y un 20%». El responsable de estrategia de materias primas de ING Research, Warren Patterson, asegura que «una interrupción significativa de estos flujos sería suficiente para impulsar los precios a 120 dólares por barril», y anticipa que si las interrupciones persisten hasta finales de año «podríamos verlo cotizando a nuevos máximos históricos, superando el récord de cerca de 150 dólares por barril de 2008».
Esta situación, advierten los expertos, podría desencadenar una reacción en cadena con consecuencias tangibles para el resto del mundo. En primer lugar, mayores precios del petróleo equivalen a una mayor inflación, lo que podría impulsar a los bancos centrales a limitar futuros recortes de tipos. A su vez, se elevaría tanto el coste del transporte como la tensión en las bolsas mundiales, en un contexto en el que ya reina la incertidumbre por los aranceles de Donald Trump.
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