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Igual que la pandemia disparó las ventas de mascarillas, gel hidroalcohólico y purificadores de aire, entre otros artículos que hasta entonces tenían un uso hiperespecializado, ... el gran apagón del pasado lunes será recordado como un punto de inflexión en la venta de generadores, grupos electrógenos y dispositivos de almacenamiento de energía. Desde el mismo día 28, las empresas distribuidoras no paran de recibir llamadas de empresas y particulares que quieren poner remedio a su vulnerabilidad frente a fallos eléctricos instalando uno de estos aparatos.
Durante las horas en las que gran parte de España estuvo sin electricidad, hubo lugares que siguieron funcionando gracias a que tenían grupos electrógenos y/o sistemas de alimentación ininterrumpida: hospitales, centros de salud, estaciones de bomberos, hoteles, supermercados... Muchos negocios -grandes, medianos y pequeños- se han dado cuenta, tras sufrir las consecuencias del apagón, de la conveniencia de tener un 'plan b' frente a interrupciones del suministro. «La misma tarde del lunes tuvimos una gran demanda de alquiler de grupos electrógenos: eran negocios que se quedaron sin luz y venían a la desesperada. Fue tal avalancha que tuvimos que atender las peticiones por orden de urgencia. Por ejemplo, a un parque de bomberos le dimos prioridad, lógicamente», cuenta Miguel Ángel Peláez, responsable de desarrollo, control y calidad de Grupo Mamsa, una empresa especializada en la venta de maquinaria profesional que tiene delegaciones en Granada, Córdoba, Málaga y Jaén. «Ya desde el día siguiente nos han empezado a llegar muchas solicitudes de compra. Son empresas que se vieron paralizadas por el apagón y no quieren que les vuelva a pasar: desde autónomos hasta empresas de cierto tamaño», añade, señalando que también están recibiendo peticiones de ciudadanos que desean instalar un pequeño grupo electrógeno en su vivienda unifamiliar para estar tranquilos ante este tipo de situaciones.
FR Energía es otra empresa dedicada a la venta, alquiler y mantenimiento de grupos electrógenos en Málaga. Su gerente, Carlos Pérez, recuerda la tarde del lunes como «una locura». «Estábamos incomunicados y no podíamos atender todas las llamadas de clientes que llegaban. Unos querían alquilar con urgencia; otros ya tenían un grupo, pero no lo habían mantenido correctamente y cuando fueron a echar mano de él no funcionaba», explica. «Lo gordo -continúa- entró la mañana siguiente», señala en referencia a la avalancha de peticiones de revisiones y también de adquisición de nuevas máquinas. Los clientes deberán tener paciencia, advierte, ya que no son aparatos de los que haya gran cantidad de 'stock'. «A partir de un cierto tamaño, son máquinas que se encargan y llegan en uno o dos meses».
¿Cuánto cuesta un grupo electrógeno? Depende básicamente de la potencia, aunque también de ciertas prestaciones, por ejemplo, de si arrancan automáticamente cuando se va la luz o hay que encenderlos manualmente, o del tipo de combustible que usan (gasolina, gasoil o gas). Los grupos electrógenos portátiles más pequeños, de entre 1 y 2 kw, pueden servir para una casa o una caravana y pueden costar menos de 1.000 euros. Los más potentes, de 1.000 kva (kilovoltamperios) o más, capaces de abastecer a una fábrica, pueden alcanzar los 200.000 euros.
Trops fue una de las muchas empresas que salvó los muebles el lunes gracias a disponer de varios grupos electrógenos. Las cámaras frigoríficas y las calibradoras de fruto pudieron seguir funcionando, eso sí, a menor ritmo. Su gerente Víctor Luque, hace propósito de enmienda tras el apagón: «Debemos contar con más grupos electrógenos para no tener que reorganizar la cadena de producción en este tipo de situaciones. Es cierto que no hemos sufrido merma y pudimos seguir trabajando, pero hubo horas perdidas de trabajo», afirma.
Otra palabra que se ha empezado a escuchar en los últimos días a raíz del apagón es SAI (Sistema de Alimentación Ininterrumpida) que también se nombra habitualmente por las siglas en inglés UPS (Uninterruptible Power Supply). Se trata de dispositivos que contienen baterías y sirven para suministrar electricidad desde el mismo instante en que se va la luz, con el fin de que los ordenadores, servidores o máquinas que sean no sufran una interrupción de suministro. Oficinas, centros de datos y antenas de telefonía móvil son casos de uso habituales para estos aparatos, que al igual que los grupos electrógenos tienen una amplia gama de tamaños y potencias. «Los más pequeños te dan una autonomía de 15 minutos, mientras que un SAI grande, como los que tienen las antenas, tiene una autonomía de varias horas. Por eso los móviles siguieron teniendo conexión después del apagón», explica Alfonso Pariente, propietario de Centrobat Málaga.
«La diferencia entre un SAI y un grupo electrógeno es que el primero te da una autonomía de cierto tiempo y el segundo, ilimitada, mientras le suministres combustible, claro», abunda Pariente. Su negocio también ha experimentado un pico de demanda de baterías a raíz del apagón, tanto para SAI como para grupos electrógenos. Y es que estas máquinas necesitan una batería para arrancar, al igual que los coches. Y esas baterías deben cambiarse cada cierto tiempo. «El día del apagón muchos generadores no arrancaron porque la batería estaba muerta y ahora están viniendo muchos clientes a reponerlas», explica.
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