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Cuando me hice mayor me sorprendió descubrir que había gente que no vivía Eurovisión como una fiesta. En mi cabeza de niña, ese era un ... día en el que todas las familias se sentaban -como la mía- expectantes frente al televisor para escuchar eso de «Spain: two points; Espagne: deux-points». Sí, nunca nos han valorado demasiado. Y para mí sigue siendo así. Me gusta verlo, me emociona y me cabrea a partes iguales, pero esa noche de mayo estoy ahí plantada viendo, comentando, disfrutando y sufriendo la gala. Hasta ahora. Porque después de lo de este año, si las cosas no cambian, yo me bajo de Eurovisión.
No entiendo cómo lo que era un concurso musical de unión entre los pueblos se ha convertido en esto, en una excusa más para el enfrentamiento ideológico y, lo que es más asombroso, en una demostración del poder israelí en Europa en plena barbarie. Que la política siempre ha estado en Eurovisión es una obviedad. Vean, por ejemplo, la serie 'La canción' sobre el triunfo de Massiel en 1968 que ha estrenado Movistar Plus. Pero la geopolítica influía de otra manera, incluso para bien. Recuerdo cómo croatas y serbios se votaban con la máxima puntuación unos a otros cuando unos años antes se estaban matando o cómo Irlanda y Reino Unido se apoyaban entre ellos cuando todos sabemos lo poco que se quieren. En Eurovisión esas cosas eran posibles. Ahora sucede lo contrario.
Ahora quieren callar con amenazas a quienes simplemente retratan una realidad. Resulta que no hay problema ninguno en destacar que la candidata por Israel es una víctima de los ataques de Hamás del 7 de octubre; pero va en contra de las normas del certamen recordar que las muertes en Gaza superan ya las 50.000 personas. Y duele ser consciente del odio que en algunos provoca una frase como «Frente a los derechos humanos, el silencio no es una opción. Paz y Justicia para Palestina», que se emitió al comienzo de la retransmisión de La 1. ¿Por qué? ¿Quién no puede querer paz y justicia para un pueblo? Si esto le ha costado a Melody un buen puñado de puntos o supuso que se movilizara el voto español a favor de Israel por pura inquina a la postura del Gobierno español en esta guerra, bienvenido sea. Ni ante la intimidación de la Unión Europea de Radiodifusión (UER) ni ante la brutalidad se puede mirar para otro lado.
Es el momento de retirarse de Eurovisión, de dejar pasar el tiempo como ya hizo Italia en una ocasión. Porque está claro que no nos quieren bien, da igual lo que España se trabaje su propuesta. Pero es que, tal y como están las cosas, somos muchos los que ya tampoco queremos a Eurovisión.
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