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ANTONIO GUERRERO
Lunes, 19 de mayo 2025, 02:00
Me contaban la futura implantación en Málaga de un centro alemán de formación dual y cómo Alemania ha hecho de este modelo uno de sus ... pilares de competitividad. Basado en la cooperación entre centros educativos y empresas -estas diseñan los contenidos y las competencias a desarrollar-, se produce una perfecta alineación entre la oferta formativa y la demanda del mercado laboral. Además, las empresas asignan tutores, formados para ello, que acompañan al alumno durante su aprendizaje, a quienes se ven como aprendices, no como becarios. Saben que el talento no se improvisa, se cultiva, y entienden que formar bien hoy es tener equipos sólidos mañana. Son un recurso estratégico de futuro.
En España, en cambio, demasiadas empresas aceptan alumnos de FP por cumplir con el centro educativo, pero sin planificación ni compromiso real. Se les percibe como una carga, una molestia en las operaciones del día a día. El resultado es un desaprovechamiento del talento joven y una desconexión crónica entre el mundo educativo y el laboral.
Evidentemente nuestro modelo educativo necesita perfeccionarse, quizás enfocarse más a la realidad y ser mucho más flexible y ágil para adaptarse a las necesidades empresariales. Pero no se trata sólo de normativas, también falla por causas culturales profundas: visión cortoplacista, desprestigio histórico de la FP, tutores improvisados sin preparación, falta de conexión real entre los programas formativo y la necesidad laboral, y el tamaño de las empresas.
Sin embargo, el reto es urgente. Con una tasa de paro juvenil que duplica la media europea, y con sectores enteros alertando de la falta de talento, resulta incomprensible que la empresa española siga viendo al 'alumno/aprendiz' como una molestia en lugar de como una inversión. Cambiar esto exige, esencialmente, cambiar la mirada. Dejar de pensar que enseñar es perder el tiempo. Entender que quien entra hoy para aprender, puede ser quien mañana transforme la empresa. Asumir que formar es una responsabilidad empresarial, no sólo del sistema educativo.
La transición de becario a aprendiz no es una cuestión de palabras. Es un cambio de cultura empresarial. Un cambio que, si no hacemos, otros harán. Y serán ellos quienes se queden con el talento, con la innovación, y con el futuro. ¿Cuándo dejaremos de quejarnos de la falta de talento y empezaremos a construirlo desde dentro?
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