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Fue una pintada simple e inolvidable: 'POEZÍA'. Así irrumpía en los muros de Málaga, circa 1984, el colectivo Agustín Parejo School, recordándonos que la poesía ... también podía ser un acto de vandalismo feliz, un grito urgente en mitad del asfalto. Décadas después, seguimos igual: la poesía es la sublimación del lenguaje, sí, pero también la gran olvidada. Arrinconada en las librerías, apenas presente en las aulas y siempre señalada como un género minoritario. No se vende, no renta y, sin embargo, ahí sigue: respirando donde menos se la espera, como una fiesta empeñada en celebrarse. La poesía resulta molesta porque no es productiva, no se ajusta a balances ni cotiza en las ferias de vanidades. Vive en la intemperie, en ese espacio incómodo donde las palabras duelen y curan a partes iguales. Quizá por eso se la arrincona como si fuera un pariente excéntrico al que no se sabe bien dónde sentar.
La Feria del Libro de Málaga encara su recta final —clausura este domingo— y es el momento perfecto para reivindicarla. Pasear entre las casetas, hacerse con algún ejemplar con descuento y recordar que la poesía no muerde. Entre novela histórica y manuales de autoayuda, todavía se encuentran oasis de versos que justifican la visita. Aquí van cuatro libros recientes para perderle el miedo, o para buscárselo:
Abraham Gragera, 'La domesticación' (Ed. Pre-Textos). Mientras la maternidad es una causa literaria universal, la paternidad apenas asoma en los versos. Abraham Gragera (Madrid, 1973), afincado en Málaga, la pone en el centro con un libro luminoso y poliédrico, errante, que demuestra por qué está considerado uno de los poetas más decisivos de su generación, con esa forma de escribir tan precisa. Además, presentará este poemario el martes, 10 de junio en el Centro Cultural La Malagueta (19 h), junto a la también poeta Lidia Bravo. Una cita que promete ser, también, un acto de resistencia.
Álvaro Llamas, 'Hestío' (Ed. Páramo). Un verano sin pena ni gloria… o con más pena que gloria. Así lo relata este largo poema híbrido que combina lo poético y lo prosaico, lo íntimo y lo histórico, el chismorreo y el secreto. Álvaro Llamas (Jerez, 1976), atrapado entre la precariedad, las deudas y un trabajo, el de traductor, que desaparece —como los fareros de antaño—, convierte un estío anodino en la radiografía de un fracaso. Pero entre la desdicha, la ironía y la rabia, sus versos logran hacernos sonreír mientras nos recuerdan que la cotidianidad también merece su épica.
Paola Soto, 'Siempre será tu casa' (Ed. Manos de pan). El hogar, lo familiar, el paso del tiempo… Poemas que habitan las estancias de la memoria y recorren, con delicadeza, las huellas que dejamos en los lugares y en las personas. Este libro de Paola Soto (Venezuela, 1991) inaugura la nueva editorial 'Manos de pan', con un equipo formado por Elvira Sastre, Miranda Maltagliati, María Gutiérrez y la propia autora. Feliz noticia en tiempos de pocas alegrías para el género: abrir una editorial de poesía hoy es casi un acto de fe.
Manuel Francisco Reina, 'Las islas cómplices' (Ed. El Toro Celeste). Un cuaderno de bitácora escrito durante un viaje por las Antillas Menores, con Antonio Gala como brújula sentimental. Navegar, escribir y regresar con el equipaje lleno de versos. Hay en estos poemas el sabor de lo vivido, el eco de las conversaciones a media tarde, un amor absoluto y la certeza de que, a veces, lo importante no es el destino, sino la forma de contarlo.
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