Secciones
Servicios
Destacamos
El Papa Francisco era la mano de Dios en la Tierra y Robert Francis Prevost Martínez, de 69 años y nacido en Chicago, ha sido ... la mano del fallecido Pontífice que ha seleccionado obispos en todo el mundo. Una especie de 'ojeador'. Su designación como sucesor de Jorge Mario Bergoglio coloca por primera vez al frente de la Iglesia a un estadounidense. Su biografía trasciende fronteras. Ha servido durante una veintena de años en Perú, país con el que ha estado en contacto durante cuatro décadas en dos etapas distintas y donde se convirtió en obispo y adquirió la doble nacionalidad. Miembro de la Orden de San Agustín, sigue la estela de Francisco por su cercanía a los pobres y los migrantes. Reservado y discreto, Prevost, un misionero formado como matemático, tiene como desafío continuar la labor inclusiva y reformista de su antecesor. Siempre ha tratado de levantar puentes entre el norte y el sur. Es un norteamericano que siente devoción por Perú.
Que sea ciudadano de EE UU no le acerca a Donald Trump. De hecho, en el último mensaje de su cuenta en la red social X difunde una crítica sobre la política de deportaciones aplicada por el magnate neoyorquino. A través de ese canal, también ha condenado la pena de muerte. Queda por saber si mantendrá, como hizo Francisco, la puerta de la Iglesia entreabierta a homosexuales y personas transgénero. En un discurso en 2012 a los obispos, lamentó que los medios de comunicación occidentales fomentaran «la simpatía por creencias y prácticas que están reñidas con el Evangelio». Se refería, entre otros grupos, a «familias alternativas formadas por parejas del mismo sexo y sus hijos adoptados». Sin embargo, ha recibido críticas de sectores conservadores por su «tibieza» en asuntos como este. A favor de su vocación aperturista hay un dato: la primera mujer laica que trabaja en el Vaticano, la secretaria de la Comisión para América Latina, Emilce Cuda, es una de sus estrechas colaboradoras.
Nació el 14 de septiembre de 1955, en Chicago. Se identifica con los inmigrantes. Su padre, Louis Marius Prevost, tenía ascendencia francesa e italiana, y su madre, Mildred Martínez, raíces españolas. Tiene dos hermanos, Louis Martín y John Joseph. Cursó sus estudios secundarios en el Seminario Menor de los Padres Agustinos. En la Universidad Villanova (1973-1977), obtuvo el grado en Ciencias Matemáticas, junto con una especialización en Filosofía. También estudió en la Unión Teológica Católica (Chicago), donde obtuvo una maestría en Divinidad (en Teología). Es doctor en Derecho canónico, con una tesis sobre modelos de gobiernos participativos, lo que revela su interés por estructuras de liderazgo colegiadas. Entre tantos libros cultivó una de sus grandes aficiones, el tenis.
Ya en Roma prosiguió sus estudios en Derecho canónico en la Universidad Angelicum, donde obtuvo la licenciatura en 1984, y luego se doctoró con mención 'magna cum laude', con la tesis titulada 'El rol del prior local de la Orden de San Agustín' (1987). Habla inglés, español, italiano, francés, portugués y se defiende en alemán. El 1 de septiembre de 1977 ingresó en la Orden de San Agustín, en Saint Louis. Su ordenación sacerdotal fue el 19 de junio de 1982, en Roma. Tres años después inició su gran viaje: le destinaron a la misión de Chulucanas, en Perú.
Era probablemente el candidato oculto con más opciones de ser Papa. Estaba en ascenso en los últimos días. No despierta antipatías en ningún sector, quizá porque siempre ha mantenido un perfil muy bajo. Francisco le puso el foco al nombrarle por sorpresa en 2023 jefe del potente dicasterio para los obispos, un cargo que la ha permitido tener contactos en todos los continentes y componer un amplio abanico de amistades. Tiene mucha experiencia tanto pastoral como de gobierno: ha sido superior de los agustinos, la orden a la que pertenece, y controla los mecanismos de la Curia.
Prevost rompe el maleficio de los cardenales estadounidenses. Parecía que la silla de San Pedro estaba vetada para los representantes del país más poderoso del mundo. Ha roto esa barrera. Le avala su papel como mediador entre las corrientes eclesiásticas dentro de EE UU, donde la polarización no deja de crecer y planean de fondo tantos escándalos de abusos a menores tapados por la Iglesia. Al frente del Vaticano, afrontará el desafío de mejorar la relaciones con la Casa Blanca, que, con Donald Trump como presidente, no atraviesan por el mejor momento.
Sereno y de hablar pausado, León XIV es un Papa americano. Del norte y del sur. Está muy unido a Perú. Ejerció su misión en Trujillo, Chulucanas, Iquitos y Apurímac. En 2014, Francisco lo nombró obispo en Chiclayo, cargo que ocupó hasta que el Pontífice le llamó en enero para ser uno de sus colaboradores más estrechos en el Vaticano. Siempre ha dicho que un obispo no debe ser un príncipe sentado en un trono, sino alguien con la misión de ayudar al prójimo.
Prevost había conocido a Bergoglio en Buenos Aires, la capital argentina. Compartían su visión sobre los pobres y los migrantes y coincidían en la necesidad de actuar urgentemente contra el cambio climático. En todos esos puntos afloran las discrepancias con actual inquilino de la Casa Blanca. El primer Papa estadounidense no parece cuadrar con el presidente de su país. En su primer discurso al frente de la Santa Sede pidió ayuda a los fieles para «construir puentes de paz».
En su figura se fusionan la eficacia en labores organizativas dentro de la Iglesia, el pragmatismo estadounidense y la cercanía y sensibilidad pastoral que ha forjado durante su larga estancia en Perú. De estilo discreto y dialogante, mantiene una visión reformista muy del estilo impulsado por Francisco.
Prevost se coloca en cabeza del Vaticano cuando el mundo vive sobresaltado por guerras, retos climáticos y diferencias enormes y crecientes entre ricos y pobres. Le toca trasladar el dominio que ha mostrado en el manejo de los mecanismo de la Santa Sede al convulso tablero geopolítico actual. Y también, claro, debe adaptar las normas de la institución religiosa a los nuevos tiempos, como hizo Francisco durante más de una década. Defiende como Bergoglio una Iglesia pobre que camina al lado de los desfavorecidos y que tiene que estar en reforma permanente.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Conservas Nuevo Libe, Mejor Anchoa 2025
El Diario Montañés
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.